Los conflictos son algo natural en la vida, y aún más, en un hogar donde hay hermanos/as. Los/as hermanos/as igual se adoran que igual se están “tirando de los pelos” y es que, como en la vida misma, en las relaciones interpersonales surgen discrepancias que tenemos que saber solucionar.
Pero, ¿cómo les enseñamos a solucionar estos conflictos?, el objetivo de este post es ayudarte a no perder los nervios cuando, entran en esa guerrilla que los/as adultos/as sabemos cómo va a acabar, principalmente, porque cuando intervenimos una vez ya ha estallado no solemos hacerlo desde la calma, sino más bien desde el: “yo ya lo sabía, os he avisado y ahora estáis todos/as castigados”. Esto, ni les ayuda a ellos/as a aprender a resolver el conflicto, ni a nosotros/as a sentirnos bien (ya que luego normalmente nos arrepentimos). Es obvio, que esto a corto plazo termina con la “discusión” pero a largo plazo lo que les enseña es que:
-
Necesitamos a alguien que nos pare porque no sabemos hacerlo solos/as
-
Seguirán subiendo el nivel hasta que alguien los interrumpa
-
Los conflictos no se resuelven, sino que se paran
Y por ende, cuando los separamos y los “castigamos” a cada uno/a por su lado, al final más que entender por qué se han puesto así y que pueden hacer para resolverlo, están pendientes de si el castigo de mi hermano/a es mayor que el mío para quedarme tranquilo/a.
Por tanto, ¿Qué podemos hacer nosotros/as como adultos para que aprendan a resolver este tipo de situaciones?
REGULACIÓN EMOCIONAL:
Es fundamental que como adultos/as conozcamos aquellas estrategias que me permiten conocer las emociones, saber qué estoy sintiendo y qué puedo hacer para manejarlas. De esta forma, cuando empecemos a observar que es posible que exista un conflicto, no anticiparemos (pensando en lo que va a venir y en como va a terminar) sino, que nos mantendremos en calma para llevar a cabo las estrategias que hayamos decidido.
Cuando nos referimos a “estrategias que hayamos decidido” se hace referencia a aquellos pactos que durante nuestras reuniones familiares, cuando todos/as estamos en calma, hemos decidido llevar a cabo. Es bueno tener estas reuniones familiares, se trata de crear un espacio en el que todos/as los miembros que forman parte de la casa, exponen aquellas situaciones que no les gustan, o se habla de cómo nos sentimos cuando estamos bien y cómo cuando nos peleamos, etc. cada familia puede utilizarlas para lo que considere mejor para ellos, pero es importante que aquí se hable de cómo nos sentimos todos/as cuando existen estas peleas entre hermanos, y se hable de qué podemos hacer en esas situaciones y cómo podemos ayudarles.
Hay que entender que no se trata de evitar los conflictos, pues como hemos dicho anteriormente, son algo natural en la vida, sólo, de intentar tener alternativas de soluciones, para que puedan llegar a resolverse de forma positiva.
PALABRA STOP:
Es bueno que en algunas de estas reuniones se elija una palabra, esta palabra será utilizada por los miembros de la familia cuando alguno de ellos/as necesite que el/la otro/a pare.
Es decir, cuando empiezo a darme cuenta de que me estoy enfadando y que es posible que termine mal, utilizaré esta palabra para pedirle al otro/a que frene, comprometiéndose el resto de los miembros a parar. Se utilizará como un punto y a parte de la situación, siendo lo ideal que luego, cuando se hayan tranquilizado con alguna estrategia de regulación emocional, puedan hablar sobre ello. En caso de que necesiten ayuda tranquilizarse o para hablarlo, es bueno que sepan que pueden contar con los adultos/as de la casa.
Esta palabra no sólo será utilizada por ellos/as cuando alguno lo necesite, sino que también puede ser utilizada por los padres/madres en lugar de estar avisando de cómo vamos a acabar.
Si no conocen estrategias de regulación emocional o no saben como calmarse, un buen momento para aprenderlas serán las reuniones familiares.
Siendo realistas, no siempre la palabra elegida va a funcionar con el objetivo que le hemos puesto. En ocasiones, el/la otro/a no va a parar y el conflicto será mayor, en este caso es evidente que los/as adultos responsables tendrán que intervenir, pero aquí es importante entender que el objetivo no es que paren en este momento porque si, sino:
-
Por un lado que entiendan cuáles son los límites permitidos en casa cuando estamos discutiendo
-
Por otro, que por el bien de cada uno/a es mejor que se retiren a espacios diferentes (no como un castigo, sino con la necesidad de tener un tiempo para respirar, calmarse, pensar, y entender qué estaba pasando y por qué yo he reaccionado así). Para luego no tener que arrepentirse de lo que dicen o hacen.
-
Y Finalmente darse cuenta de la importancia que tiene hablar sobre lo que ha pasado, sobre cómo nos estábamos sintiendo, cuál era el motivo y qué podemos hacer para no llegar ahí.
Para conseguir que nuestros/as niños/as y adolescentes se conviertan en adultos capaces de resolver problemas y solucionar conflictos, es necesario trabajarlo desde siempre y la convivencia en casa nos da multitud de situaciones, que nos permiten ir adquiriendo las habilidades necesarias para ello.
Cuando hablamos de cómo nos hemos sentido por lo que ha ocurrido o por lo que ha dicho el/la otro/a, nos damos la oportunidad de conocernos mejor, entender cómo somos y aprender nuevas formas de gestión. Y lo que es aún mejor, potenciamos y reforzamos el vínculo y las relaciones familiares.